Aporte a la discusión sobre el modelo de educación por competencias

 Por Danny Foliaco Machado

Profesor de español jornada tarde

dafoma75@gmail.com



Mediante la presente reflexión hago una contribución a nuestro diálogo institucional alrededor de la educación por competencias basada en modelos  de evaluación estandarizada siguiendo una postura crítica y de ejercicio del pensamiento.

Se trata entonces de generar una lectura crítica sobre el modelo de educación por competencias desde el ámbito de la reflexión científica y pedagógica, para lo cual me basaré fundamentalmente en las reseñas que he hecho de algunas lecturas y algunas opiniones desde mi propia experiencia y visión del mundo, particularmente de la política educativa de nuestro país en relación con la OCDE.

Las fuentes consultadas se encuentran en Internet y pertenecen a publicaciones de revistas y editoriales reconocidas en el ámbito de la investigación pedagógica.

El primero es: “Competencia lingüística y educación” (2009) de Guillermo Bustamante Zamudio profesor de la facultad de Educación de la Universidad Pedagógica, quien hace un valioso repaso sobre el concepto de competencia lingüística, desde dónde hace un tránsito hacia otros campos como lo es, el de la pedagogía.

Chomsky define el concepto de competencia lingüística en su obra “Aspectos de la teoría de la sintaxis” (1965).

Se trata de una dicotomía, siguiendo la línea de Saussure (Curso de lingüística general, 1916) para el estudio del lenguaje donde se opone a los conceptos de lengua (naturaleza abstracta del lenguaje) y habla (naturaleza concreta del lenguaje), mediante los conceptos de competencia (conocimiento innato del lenguaje–de carácter abstracto−) y actuación (uso dentro de situaciones concretas del lenguaje –de carácter concreto−).

De este modo, el concepto de competencia debe presentarse siempre al lado del concepto de actuación. Así, se entiende desde Chomsky que la competencia es el conocimiento innato que todo hablante tiene de su lengua y le permite producir y comprender un número infinito de oraciones a partir de un número limitado de reglas.

Por su lado, la actuación es la acción de usar tales conocimientos dentro de situaciones reales donde una serie de condiciones determinan, a su vez, una serie de principios de pertinencia o adecuación.

Ahora bien, Bustamante comenta, independientemente que él comparta la propuesta de llevar al campo de las ciencias de la educación el concepto de competencia lingüística de Chomsky que las críticas hechas a tal concepto son infundadas y superficiales. Las resume en dos básicamente:

1.      No existe un hablante − oyente ideal.

2.      No existe una comunidad lingüística homogénea.

Sin embargo, Bustamante descarta metódicamente estas dos observaciones al explicar que Chomsky, como en el caso de cualquier otra ciencia, debe abstraer su objeto de estudio para conceptualizarlo y categorizarlo dentro de su sistema epistemológico.

Lo interesante de la crítica de Chomsky a Saussure es que demuestra que tal enfoque estructuralista – positivista no logra dar cuenta de las leyes universales que rigen los principios que subyacen en la lógica y estructura gramatical de las lenguas de todo el mundo.

Por su parte, el enfoque mentalista – cognitivista de Chomsky retoma las ideas de Wilhelm von Humboldt (1767 – 1835), a quien no debemos confundir con su hermano Alexander (1769 – 1859), al considerar que el objeto de estudio de la lingüística es la competencia del lenguaje subyacente o atributo individual e innato en todas las personas qué básicamente nos define como seres humanos.

De tal modo, Bustamante luego de su detallada argumentación que he tratado de sintetizar lo más posible, llega  a las siguientes conclusiones:

1.      Se toma el concepto de la lingüística, pero no se hace un verdadero proceso de adaptación epistemológica al ámbito de la educación.

2.      Se critica de forma superficial a Chomsky, se le asocia a lógica de la educación para el trabajo, pero paradójicamente se despoja al concepto de su profundidad y complejidad, dejando una categoría vacía y ambigua a la que mucho o incluso todo le cabe. 

3.      No se tiene en cuenta el concepto de actuación como elemento constitutivo de la dicotomía competenciaactuación (homóloga a la relación de Saussure lengua − habla) con la que trata de explicar desde el cognitivismo el fenómeno del lenguaje humano y su aprendizaje en la infancia.

4.      El concepto de competencia – actuación lingüística tiene un lugar muy determinado dentro de la metodología de la teoría de Chomsky.

5.      Pese a no compartir del todo el uso del concepto competencia – actuación lingüística de Chomsky en el campo de la pedagogía, Bustamante, considera evidente que negar la teoría fundamental de la competencia lingüística es negar la especificidad de los seres humanos.

Pasando al segundo texto se trata del artículo titulado Crítica a la educación por competencias de los maestros Angélica del Rey y J. Sánchez-Parga de Universidad Pontificia Salesiana, Ecuador publicado en la Revista Universitas.

Este artículo hace una crítica bastante aguda al modelo de competencias y evaluación, que no necesariamente comparto del todo, pero me parece necesaria para abordar una discusión profunda sobre este tema de tanta importancia para la orientación de nuestra labor docente. Para facilidad, trataré de resumir su lectura por puntos de la siguiente forma:

1.      El modelo por competencias cambia el enfoque donde la educación pasa del desarrollo de capacidades intelectuales del individuo a uno donde se desarrollan ciertos conocimientos para ser aplicados en determinadas competencias.

2.      Mientras que la educación dirigida al desarrollo de las capacidades se constituye basándose en la libertad concreta del individuo, la educación por competencias instrumentaliza el conocimiento.

3.      Generalmente se incorpora el concepto sin tener en cuenta su origen, ni contexto ideológico, sobre todo por la incompatibilidad y contradicciones entre el modelo basado en competencias y el conocimiento científico y la transformación capitalista de los saberes en competencias. Proyecto de la Unión Europea y la OCDE, orientado a la competitividad económica y el mercado laboral. Supone una mirada de la escuela como una empresa. Idea que coloniza los sistemas educativos.

4.      Coloca al estudiante al servicio del mercado laboral.

5.      Se define competencia como “saber hacer fundado sobre la movilización y utilización eficaz de un conjunto de recursos”. “Un empleo organizado de un conjunto de capacidades y habilidades y de conocimientos  aplicados en situaciones determinadas”. De modo que, se trata de una enseñanza y aprendizaje atomizado y enfocado a los intereses del mercado laboral.

6.      La educación por competencias invierte los objetivos de la enseñanza al supeditarlos a los de la evaluación, convirtiéndose ésta en el criterio del aprendizaje y no éste un criterio de la evaluación.

7.      Según esto, el estudiante debe ser evaluado para aprender mejor y no aprender mejor para ser evaluado. Por otro lado, no todo lo que el estudiante aprende puede ser evaluado. La enseñanza basada en la evaluación limita el desarrollo del estudiante a aquello que deber ser evaluado o medido.

8.      La educación basada en la evaluación impone una enseñanza del conocimiento organizado para ser competente, pero relega el aprendizaje de reorganizar los conocimientos.

9.      Propone el autismo escolar: la autoeducación, la auto-enseñanza, el estudiante es por completo responsable de su propia formación, relegando al profesor al papel de facilitador, cuando se puede suponer por el contrario que el profesor es el dificultador cuando es capaz de descubrir las dificultades del estudiante, en tanto que cuanto más difíciles son los conocimientos que comprende, más desarrolla su inteligencia.

10.  Los ideólogos de las competencias no ignoran la subjetividad del estudiante, pero desconocen que la subjetividad de este aprendizaje es la inteligencia de ese mismo estudiante y la educación busca el desarrollo de la inteligencia.

11.  Sin embargo, la educación por competencias no se enfoca al desarrollo de la inteligencia, sino al desarrollo de ciertas aplicaciones, usos o desempeños de la inteligencia. Lo que conlleva a pensar que las competencias se enseñan y se aprenden por separado: falacia del saber, saber hacer, saber ser, como si conocer, actuar y ser no fueran una misma cosa desde su relación dialéctica con la subjetividad.

12.  La anterior confusión explica:

a.       La incapacidad de pensar en la pedagogía como una teoría del aprendizaje y práctica de la enseñanza.

b.      Pensar la educación no desde los conocimientos y los sujetos de dicha educación, sino desde la oferta y la demanda de los conocimientos enseñados y aprendidos para el mercado laboral.

13.  La competencia contra los saberes es la tensión en la que muchos autores ven en este modelo el eclipse del saber y el proceso hacia una sociedad de la ignorancia.

14.  Se trata de un cambio sutil donde ya no se trata de adaptar los públicos a los saberes, sino estos a los públicos, lo que da cuenta del proyecto neoliberal  por reconstruir espacios de resistencia como lo son la política y el conocimiento.

15.  La educación por competencias no busca desarrollar la inteligencia del estudiante sino su utilidad en el mercado laboral.

Pasamos al último texto, se trata de “Secuencias didácticas: Aprendizaje y evaluación de competencias”. (2010) de Tobón y otros, frente al cual, podemos hacer las siguientes observaciones.

En este libro se define la competencia de la siguiente forma:

“Existen muchas definiciones de competencias. La Real Academia Española las define como incumbencia, pericia, aptitud e idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado.” (RAE, 2009). A nuestro juicio, esta acepción es la que mejor refleja el concepto de competencias y lo diferencia de las habilidades, capacidades, destrezas, etc.” (Tobón 26 cursivas mías).

Considero, luego de lo anteriormente descrito, que efectivamente a esta definición le falta mayor claridad, genera una confusión inútil y los conceptos a los cuales se suscribe la propuesta desde la definición de la RAE, se quedan cortos o no coinciden con la búsqueda de un nuevo paradigma educativo de cara a la transformación de nuestra sociedad. Para definir el concepto de competencia el texto habla de incumbencia, pericia, aptitud,  e idoneidad. Revisemos:

Incumbencia, también desde la RAE, se define como obligación y cargo de hacer algo. El diccionario Oxford por su parte define el concepto de esta palabra como obligación o función que corresponde a determinada persona o institución.

La definición da cuenta de la intención de definir la competencia como un estándar de evaluación y no como una habilidad y un conocimiento innatos en los seres humanos. Otra cosa es que uno no esté de acuerdo con Chomsky, pero su definición de competencia no se refiere a estándar.

Los otros conceptos: pericia, aptitud e idoneidad, tampoco me parece que vayan acordes a la visión de una escuela capaz de transformar a los individuos, dotarlos de una voluntad propia para hacer realidad los sueños y aspiraciones que surgen en el horizonte de su proyecto de vida, donde considero más afortunados los conceptos de persistencia, actitud y voluntad.

Siguiendo el uso de la RAE y demás diccionarios podemos entender la persistencia como la capacidad para mantenerse firme o constante en algo, la actitud como disposición del ánimo, del carácter que podemos forjar desde nuestro esfuerzo, intención y voluntad, esta última, como la facultad o capacidad de decidir y ordenar la propia conducta.

Por otro lado, me llama la atención cuando el texto asegura en cuanto a lo que llama “Generación del cambio” que:

“El cambio educativo se genera mediante la reflexión y la formación de directivos, maestras y maestros. No se genera en las políticas ni en las reformas del currículo” (Tobón 21 cursivas mías).

Una vez más desde mi perspectiva como maestro insisto en que el tema sí se trata de política educativa y es ésta la discusión central, no que los maestros andemos cambiando de discurso cada ciertos tiempo limitando las transformaciones a simples discusiones etimológicas y la permanente intervención de expertos en los cambios de rumbo en nuestra actividad, y que sin embargo, curiosamente omiten asuntos tan elementales como los que aquí se plantean.

La política educativa, para no extenderme más es la que tiene condenado a este país a ver como algo normal que a los estudiantes se les vulnere su dignidad humana cuando deben estudiar en colegios que se caen a pedazos, que a los profesores no se les brinden condiciones dignas de trabajo o que los dineros del PAE sean alimento, no de la niñez, sino de la corrupción política.

Para concluir, considero importantes generar espacios para el diálogo institucional y la reflexión sobre nuestro quehacer donde podamos enriquecer el debate a través del ejercicio del cuestionamiento y la búsqueda de soluciones en equipo a los problemas y observaciones planteados.

Bibliografía

       Bustamante Zamudio, Guillermo. (2009). “Competencia lingüística y educación”.. Universidad Pedagógica Nacional de Colombia. Revista Folios Segunda Época, segundo semestre 2010, p.p. 81, 90. Web: file:///C:/Users/ESTUDIANTE/Downloads/896Texto%20del%20art%C3%ADculo-3211-1-10-20120304%20(1).pdf

       Del Rey Angélica y J. Sánchez-Parga. Crítica a la educación por competencias. Universidad Pontificia Salesiana, Ecuador. Revista Universitas. N° 15. Julio – diciembre de 2011, p.p. 233, 246. Web: file:///C:/Users/ESTUDIANTE/Downloads/Dialnet-CriticaDeLaEducacionPorCompetencias-5968512%20(1).pdf

       Tobón Tobón Sergio, Pimienta Prieto Julio y García Fraile Juan Antonio. “Secuencias didácticas: Aprendizaje y evaluación de competencias”. (2010). México: Pearson Educación. Web: http://files.ctezona141.webnode.mx/200000004-8ed038fca3/secuencias-didacticastobon-120521222400-phpapp02.pdf

 

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